REFLEXIONES SEFF 2019

Cada año, la propuesta es idéntica: 5 días, 10 horas por día, cargados de actividades totalmente libres y gratuitas. Un equipo voluntario, cooperativo y autogestivo, conformado por 20 personas (aprox.), trabajamos bajo esta premisa y sin recetas, pues, realizar un festival sin presupuesto requiere de esgrimir reglas propias; todo lo que podemos conseguir se hace a fuerza de buena voluntad y gestión. Y si bien nos esforzamos por propiciar una experiencia cinematográfica óptima, lo más jugoso del SANTIAGO DEL ESTERO FILM FEST (SEFF) sobrepasa nuestra capacidad y expectativa.

Partimos de la máxima que indica que este festival internacional de cine se constituye como hecho en sí mismo a partir de las lecturas y reflexiones de quienes concurren al evento, independientemente de lo maravilloso que puede resultar una invitación a ver películas: muestras en competencia, muestras fuera de competencia, muestras especiales, talleres, charlas, foro y feria conforman una nutrida agenda que funciona como excusa para el encuentro e intercambio entre personas que identificamos en el cine, y sus derivados, herramientas propicias para hablar sobre nuestra relación con el mundo. En esto radica la clave de aquello que nos mueve a redoblar la apuesta edición tras edición.

La última entrega SEFF, que tuvo lugar en el complejo del Colegio de Arquitectos de la ciudad capital de Santiago del Estero (ARG) entre el 25 y el 29 de junio pasados, concluyó con una entrega de premios cargada de emoción, donde se suscitaron discursos conmovedores ni bien arrancó la ceremonia. Argentina atraviesa año electoral a nivel nacional y pensamos que la exposición de las personas encargadas de jurar las competencias y otorgar los premios, así como de quienes se alzaran con sus respectivos galardones, podrían compartir mensajes de índole partidarios y/o militante pero, si bien nadie quedó con ganas de decir lo que piensa, no tuvo la impronta de años anteriores (la edición 2018 es ejemplo de ello) y primó aquello que se siente.

Al principio, no logramos identificar en qué pudo radicar el carácter conmovedor de aquel encuentro culminante, el repaso posterior (y necesario) en equipo nos permitió vislumbrar algunas conjeturas:

Si bien esto no ha sido pre-estipulado durante la curaduría de las muestras, al pasar en limpio el programa de la tercera edición SEFF, nos encontramos con una gran variedad de películas que no provenían de Buenos Aires, distrito insigne de la producción cinematográfica Argentina

Además de la capital de nuestro país, las provincias de Córdoba, Tucumán, Jujuy, Salta, Chaco, Formosa, Corrientes, Misiones, Mendoza y Santiago del Estero aportaban una serie de elementos técnicos, plásticos, lingüísticos y narrativos propios, lo cual expuso los hábitos de consumo de espectadores locales y visitantes; hábitos en los que prima el consumo de producciones culturales donde se imponen modismos proveniente del Río de la Plata en comparación con los de otras regiones de territorio nacional.

Nos costaba descifrar la tonada santiagueña, el estilo de Cuyo o el Litoral, la sonoridad tucumana, cordobesa o la proveniente del Gran Chaco o de la zona andina y debíamos ir a buscar el sentido y esforzarnos por entender los códigos de habla que se disponían en la gran pantalla y al que no estamos acostumbrados, porque si algo teníamos en común quienes coincidimos en la sala es nuestra costumbre y comodidad ante la tonada ‘porteña’. Incluso en aquellas películas donde coexistían personajes con modismos y registros diversos, contando con la misma técnica de captura y proyección de sonido, los parlamentos proferidos por personas ‘rivereñas’ son la que menos esfuerzo requería para ser entendidos.

Cada fin de proyección de alguna pieza audiovisual de ésta índole daba paso a un intercambio entre la audiencia y, en algunos casos (afortunadamente), autores de las obras sobre cuánto nos cuesta entendernos en el cine, el poco ejercicio de apreciar cintas con estos registros y, sin acusar o echar culpas, la hegemonía cultural de Buenos Aires para con el resto del país. Estas charlas fascinantes se potenciaban en los encuentros furtivos entre pasillos, bares y lugares de socialización entre actores de distintas áreas que hacen un festival: organización, audiencia, realizadores.

Teniendo en cuenta que lo que sigue fue (ahora sí) considerado previamente, a tal punto que es parte de los criterios con los que nos manejamos a la hora de realizar la curaduría, las producciones alternativas tuvieron una destacada presencia, integrando las distintas muestras de nuestra tercera edición.

Al reunirse el equipo de programación y determinar cuáles son las piezas que van a nutrir la oferta cinéfila de cada año, entre los ejes de análisis se encuentra los modos de producción y se barajan diferentes aspectos para identificar aquellas obras que aportan en este sentido. Bajo esta óptica, el 48 Hours Film Project (48HFP) es, siempre, una referencia.

Para nuestra edición 2017, recibimos en la convocatoria varios cortometrajes que han surgido de esta modalidad y quedó, en la competencia de aquel año, ELEMENTAL de Alejandro Rocchi y Marco Betancor, equipo POLISEMIA PICTURES, del 48 Hour Film Project Punta del Este.

Más allá que el interés personal de quienes integramos el festival haya llevado a que el 48 HFP sea objeto de interés hace muchos años, al no contar con los recursos para poder participar en sus convocatorias, el festival permitió poder acercarnos de otra manera, ofreciendo trabajar en conjunto habilitando una nueva pantalla para la exhibición de las películas que propician.

En la búsqueda por acercarnos y trabajar colaborativamente, nuestro equipo toma conocimiento de REFLEJOS DETRÁS DEL AGUA, película generada por la misma organización, pero en formato de largometraje, para el que participaron 5 módulos de producción en simultáneo durante 48 días en 3 países: Bolivia, Uruguay y Argentina. Resultó la motivación perfecta para iniciar una serie de intercambios que culminó por asociarnos a la red de trabajo del 48 HFP a nivel Iberoamérica, sumar al festival una muestra de 9 cortometrajes de las convocatorias de Córdoba, Buenos Aires y Punta del Este y la proyección en ESTRENO MUNDIAL del largometraje mencionado, con presencia de uno de los realizadores y en compañía de una representante del 48 HFP Buenos Aires.

De este modo, pudimos mostrar en horario central, y en exclusiva, un largometraje cuyo valor sobrepasa sus intenciones formales para da cuenta del valor de la planificación, la vocación y el esmero para concretar un producto cultural cuyos esquemas de producción salen del estándar.

En el tintero quedaron muchas propuestas para llevar adelante en un futuro no lejano.

Por otro lado, SEFFCUELAS. Bajo este nombre, abrimos convocatoria para que estudiantes del último trayecto en escuelas secundarias de toda la provincia presenten videos de hasta 1 minuto 30 segundos de duración. Se inscribieron más de 60 producción de cerca de 40 centros educativos de todo el territorio, de los cuales fueron seleccionados 16 para la competencia por voto electrónico. Los premios constaron de una tablet para mención especial, tercer y segundo puesto, y para el primer puesto consistió en una tablet, también, más la experiencia de recrear su video bajo dirección artística y técnica del centro de producción multimedia de la Universidad Nacional de Santiago del Estero.

Esta entrega inauguró la ceremonia de premios y le otorgó el marco emocional que tiño todo el evento. En el discurso de estudiantes y docentes logramos dimensionar lo que significó emprender una producción y sus implicancias a la hora de trabajar en equipo, generar sentido, comprometerse con un proyecto, lidiar con la burocracia y otras yerbas qué, salvando las distancias, son perfectamente transferibles a los esquemas de realización por la que pasamos quienes nos embarcamos en la creación audiovisual en distintos niveles, pero potenciado por la vivencia de estudiantes que culminan sus estudios secundarios y la carga emotiva que esto último lleva aparejado.

Nos permitió experimentar un momento que llevaremos presente el resto de nuestras vidas” sentenció una de las ganadoras, mientras sostenía su certificado al igual que sus pares frente al auditorio que ovacionaba y en su mayoría desconocía que se trataba de un contingente que, al terminar la edición en curso, debían subirse a un transporte y volver a su pueblo; los tres primeros puestos lo ganaron grupos de estudiantes de ciudades del interior de la provincia. En ninguna de esas ciudades existen salas de cine.

Juan Sebastián Torales es santiagueño. Realizador, se profesionalizó en Cine y Televisión en Córdoba y se dedica al montaje y edición para una cadena de tv en París, lugar donde, hace 20 años, decidió buscar nuevos horizontes porque su tierra no le ofrecía un panorama en sintonía con sus aspiraciones.

En diciembre último, como cada diciembre, llegó al pago para celebrar las fiestas de fin de año con su familia. Solo, y con algunas complicaciones, aprovechó para hacer scouting y casting para un proyecto de largometraje que viene desarrollando hace tiempo. Para darle mayor impronta, en compañía de su familia, se inspiró en la historia de su futura película e hizo un cortometraje al que llamó SACHA. 2 días antes de volver a la capital francesa, se enteró del SEFF. No tenía idea de la existencia de un festival de cine en su ciudad natal. Concilió una reunión con parte del equipo y seguía sin creer que ya llevaba 2 años, que ofrecía talleres y charlas, que estaba formado por 20 personas (aprox.), que tenía abierta sus convocatorias y que estaba siendo invitado a participar en dos de ellas: la Competencia Internacional de Cortometrajes y el Concurso de Desarrollo de Proyectos para Largometraje de Ficción SEFF LAB 2019. Se inscribió en ambas. Quedó seleccionado en ambas. En el LAB encontró una capacitación de 3 meses gratuita para nutrir su proyecto; en la competencia de cortometrajes, una ventana para acercar a sus afectos, a sala llena, una extracto de lo que él viene haciendo desde hace dos décadas y no hallaba modo de mostrarles, mucho menos  en un mismo espacio, con su compañía y cerca de casa.

SACHA es el Mejor Cortometraje de la Competencia Internacional SEFF 2019, en el que coincidieron cerca de 30 piezas de todos los continentes, y es de Santiago del Estero. La jura, constituida por personas de las artes, técnica y academia lo decidió por unanimidad y lo hizo expreso en un largo dictamen. El director de la obra estaba presente y pasó a recibir su premio. Y pasó 2 veces, porque es el mismo que se alzó con el premio a Mejor Proyecto de Largometrajes de Ficción SEFF LAB 2019.

2 días separaron el inicio del SEFF 2019 y el cumpleaños de Juan, quien lo celebró en familia y con amistades, por primera vez, después de 20 años.

Solo pasaron 6 meses desde aquel diciembre y este junio.

Santiago del Estero ostenta el título de Madre de Ciudades por tratarse del primer establecimiento colonial español en el territorio que llamamos Argentina, y me arriesgo a esgrimir que esta condición es la que puede explicar el hecho de que todos los caminos conducen hasta aquí. Y es que me divierto con esta exagerada reflexión envalentonado por una tercera edición SEFF que contó con un ingrediente adicional: la vinculación afectiva que una parte considerable de visitantes de este año sostiene con nuestra provincia.

Voy a tomar dos de los casos emblemáticos que fuimos descubriendo a medida que se desarrollaba el festival.

AMA Y HAZ LO QUE QUIERAS de Laura Plasencia se presenta como un recorrido por acompañar a la autora por un trámite burocrático que involucra los restos de su padre y lleva a ella y sus hermanos a repasar las angustias que giran en torno a la pérdida que sufrieron. Se proyectó el viernes como Película Fuera de Competencia y fue la función más conmovedora de toda la edición. Entre el público, se encontraban familiares de Laura, que residen en Santiago del Estero. En la ceremonia de cierre, la película se coronó con el Premio de la Audiencia con el 85% de los votos.

PRIMERA LUZ de Darío Almagro narra los modos de afianzar los lazos de una familia en momento de cambios. Ambientada en las Sierras de Córdoba, donde el autor y su pareja se disponen al nacimiento de su primera hija, y se enfoca en cómo ese hecho resignifica los tiempos y el vínculo entre integrantes del entorno íntimo. Uno de los personajes que aparecen en el relato es la abuela de Darío, mujer que nació en Santiago del Estero.

El documental fue uno de los estrenos de ésta edición y se proyectó como Película de Clausura SEFF 2019. A la función acudió el hermano de la señora en cuestión. Fue la primera vez que Darío y él se daban un abrazo.

Darío llegó al SEFF con su familia desde Córdoba. Laura vino desde Buenos Aires con el productor de la película y la montajista de la misma. En ambos casos, cada quien gestionó los costes de sus traslados para poder acompañar sus obras.

Lo narrado anteriormente es una parte significativa de un todo que daba muestras constantes de un ánimo alentador, con muestra de solidaridad ante un error, entusiasmo ante cada acierto, de compromiso en cada iniciativa.

Visitantes que gestionaron sus pasajes para poder concurrir, estudiantes que se organizaron para venir desde el interior de la provincia y de provincias vecinas, autores que cedieron sus obras desinteresadamente para ser exhibidas, colegas que aportaron su criterio y tiempo para jerarquizar una jura, artistas que cargaron de valor simbólico objetos que resultaron emblemas, el aporte invaluable de quienes toman la decisión de que su película se muestre por primera vez en nuestro festival… poco y nada hicimos para que todo esto ocurra.

Hasta aquí, no tiene mucho sentido detallar datos cuantificables en tanto números de espectadores (que superó la cantidad del año anterior) o cantidad de películas proyectadas (que también superó). El equipo SEFF estábamos detrás de los detalles técnicos para no fallar a la percepción de la experiencia, trabajamos mucho para superarnos y lo hicimos felizmente, pero es parte de nuestra misión y no deja de tener resonancias funcionales, duras, frías; el condimento emocional, cálido, pintoresco fue aportado por quienes vinieron y concurrieron cada día, potenciaron lo bueno del festival e hicieron que atesoremos esta tercera edición como un hecho memorable y conmovedor.

El Salón Auditorio del Colegio de Arquitectos estaba repleto el sábado 29 de junio por la noche, con presentes de pie en los costados de la sala porque las butacas estaban colmadas y nadie quería perderse la entrega de galardones. La emoción era palpable: cada expresión era acompañada por una risa o por un aplauso. Cuando alguna de las dos expresiones no asomaban, era la congoja la que se imponía.

Triunfó el amor.
Aplausos.